Karla Robles

Karla Robles es porteña, profesora de Artes Visuales de la Universidad de Playa Ancha, instructora de yoga Vinyasa Flow, diplomada en educación somática y masoterapeuta. Su camino en las danzas de raíz africana comenzó a través de los talleres de Susana González, a los que comenzó a asistir poco tiempo después de salir del colegio, al mismo tiempo que exploraba también la danza contemporánea. No obstante, fue alrededor de 2007, en un viaje a Iquique, que conoció el repertorio al que dedicaría la mayor parte de su trayectoria: la danza afroperuana, representada en esa ocasión por una comparsa que venía de la ciudad peruana de Arequipa y cuya presentación Karla pudo presenciar:

“…ahí yo vi la danza y fue como que… No sé, algo caído del cielo… Amor a primera vista, y fleché, fleché con el grupo, con el vestuario, con el movimiento, con el ritmo.”

Al año siguiente, Karla viajó junto a Iris Añasco, también conocida como China Iris y quien hoy es una de las principales profesoras de danzas afroperuanas en Valparaíso, y otra compañera a la provincia peruana de Chincha, buscando conocer más sobre la danza afroperuana. Aunque en ese año el Carnaval Negro, que se realiza habitualmente en la localidad chinchana de El Carmen, tuvo que ser suspendido debido a un terremoto, las tres amigas llegaron a El Carmen y a través de la intermediación del alcalde lograron que una agrupación religiosa local las acogiera. Durante varias semanas pudieron estudiar con maestros como Richard Belahonia y, de esta forma, comenzar a explorar el lenguaje danzario afroperuano.

De vuelta en Valparaíso, Karla e Iris se conectaron con otra cultora de las danzas y músicas de raíz afro, Javiera Valenzuela, quien también estaba comenzando a explorar el repertorio afroperuano. Juntas formaron la agrupación Kucheza y comenzaron a buscar referentes más cercanos para profundizar en el estudio de estas danzas. De esta forma, recurrieron a profesoras como Rosa Vargas, maestra afroperuana avecindada en Santiago, y Carola Reyes, profesora de danza que venía explorando distintos ritmos afrolatinoamericanos a través de su escuela CasaKalle y la compañía que dirigía, Cumbiamé.

En 2009, Karla inició su propio proyecto pedagógico, llamado “Taller Pacífico”, comenzando a ofrecer talleres en el espacio de la ex-cárcel de Valparaíso, que en esa época funcionaba como un centro cultural autogestionado. Kucheza también ensayaba allí, coincidiendo en ese espacio con un grupo que estaba comenzando a explorar la sonoridad de la rumba afrocubana: el grupo Rumbatá. En la misma época, también llegaron a vivir a Valparaíso otras/os bailarinas y músicos interesadas/os en las danzas y músicas de raíz africana, y de la confluencia de las agrupaciones que estudiaban los repertorios afroperuano (Kucheza), afrocubano (Rumbatá) y afrocolombiano (La Zumbadera) nació el proyecto del Centro Cultural Ilú Lafkén, que hasta hoy es reconocido como uno de los principales semilleros de la práctica de danzas y músicas de raíz africana en Valparaíso y Chile. Aparte de estudiar y ensayar en conjunto con gran disciplina y dedicación, explorando los distintos ritmos y lenguajes dancísticos que cultivaban, las/os integrantes de Ilú Lafkén organizaban fiestas para reunir fondos y financiar viajes de investigación, los llamados “Incendios Mestizos”.

Según recuerda Karla, uno de los puntos culminantes en la trayectoria de Ilú Lafkén fue un viaje conjunto a El Carmen, en 2012, para el que lograron adjudicarse un fondo concursable. En ese viaje, en el que Ilú Lafkén incluso llegó a telonear a la célebre agrupación peruana Perú Negro, se establecieron relaciones con varias/os cultoras/es de danzas y músicas afroperuanas que posteriormente vendrían a Chile a dar seminarios, clases y talleres, tales como Aimet Campos. Aquí puedes revisar un registro que muestra algunas impresiones de ese viaje.

Dentro de esa época de auge de Ilú Lafkén, las/os integrantes del centro cultural también buscaron concretar la adquisición de un espacio físico donde desarrollar sus actividades. El lugar elegido fue el cerro Yungay, en las inmediaciones de la toma Violeta Parra, aunque de acuerdo a Karla esta ubicación no estuvo exenta de tensiones, pues los/as vecinos/as no comprendían las intenciones de la agrupación. No obstante, Karla y su pareja de esa época construyeron una casa y vivieron en el sitio hasta 2014, cuando la casa se quemó en un incendio. Posteriormente, cuando también Ilú Lafkén se comenzaba a desintegrar, Karla se separó y se fue a vivir a Villa Alemana, donde orientó su camino hacia el yoga y comenzó a trabajar de forma independiente.

Karla reflexiona que durante su trayectoria como profesora de danzas afroperuanas, que comenzó con sus primeras clases en la ex-cárcel y siguió en un precario centro cultural porteño, rara vez tuvo las condiciones materiales necesarias para desarrollar el oficio de enseñar de forma digna, aunque el goce y el entusiasmo por bailar no faltaran. Al mismo tiempo, este camino ha significado, para ella, diversos desafíos personales, así como lidiar con ser la única persona maternando en el grupo mientras se seguían desarrollando proyectos al interior de Ilú Lafkén.

“Conciliar la maternidad con el trabajo artístico fue un desafío mayor al ser la única mamá del grupo, pero mi hijo se formó en un espacio intercultural, con amigos y compañeros inspiradores que desarrollaron gran parte de sus dotes y talentos por la percusión. Sus juguetes eran instrumentos y tomaba la siesta en las fundas de las congas. Hoy tiene 13 años y recuerda momentos importantes como aprender a zapatear en el Carmen, tocar la gaita y la tambora. Hoy es un seco en el cajón peruano, y explora las armonías en teclado, bajo y guitarra…”

Años después, otras danzantes se han reconocido en las experiencias de Karla, quien hoy sigue profundizando en el estudio del yoga y otras prácticas corporales, complementándolas con sus aprendizajes previos en las danzas afroperuanas, pues descubrió que, más que el deseo de reproducir una expresión específica, “el ritmo es el que me mueve”.

Entrevista realizada de manera virtual, 17 de octubre de 2022