Constanza Bustamante

Coni es nacida y criada en Valparaíso, y recientemente se tituló como Licenciada en Artes. Es gestora de varias agrupaciones y espacios de formación en danzas de raíz africana en el puerto, en particular de la Conga Comparsa La Kalle y, más recientemente, de la comparsa Aguaje Costero. Hasta 2021 fue parte del equipo de producción de uno de los principales eventos en los que se hace presente la danza afro a nivel nacional: el Carnaval Mil Tambores.

Coni se encontró con la danza afro a comienzos de los 2000, a la edad de 16 años, cuando vio a Susana González bailando en la calle, al ritmo de los djembé, en un Carnaval de los Mil Tambores. A partir de ese momento, comenzó a tomar talleres con Susana y otras profesoras en el entonces espacio autogestionado de la Ex Cárcel, ahora convertida en el Parque Cultural de Valparaíso. En ese contexto, Coni tuvo su primer encuentro con las danzas afrolatinoamericanas gracias a algunas clases que dio en Valparaíso Carola Reyes, una de las referentes de la danza afro en Santiago que mencionamos en el libro Danza Afro en Chile: Abriendo Caminos. A partir de ahí, orientó su exploración hacia ese repertorio, que sentía más cercano, y comenzó a viajar a Santiago en busca de profesoras y, pronto, también a gestionar la visita a Valparaíso de maestras como Rosa Vargas.

En 2011, Coni fue parte de la formación de la Conga Comparsa La Kalle, una de las agrupaciones de danza afro más longevas de Valparaíso. En el contexto de las manifestaciones estudiantiles de ese año, se juntaron músicos de la Universidad de Playa Ancha y de las demás Escuelas de Música de las universidades públicas y privadas de Valparaíso con bailarinas/es de la Escuela de Carnavales Mil Tambores, en la que Coni trabajaba hacía algunos años, para llevar a la calle el ritmo de la conga comparsa:

“…ahí como que se produjo la magia de juntar la academia, quienes estaban en la academia estudiando, con todos los que tocábamos y bailábamos en la calle durante todo el año. Y bueno, nos juntamos para ese Mil Tambores y luego nos desmarcamos de nuestras organizaciones… Y formamos la Conga Comparsa La Kalle.”

Desde entonces, el camino de estudio y aprendizaje emprendido por Coni, tanto individualmente como en conjunto con las agrupaciones de las que ha sido parte, ha estado ligado, principalmente, a las danzas afrocubanas de carnaval. Con La Kalle pudo convocar a varios/as maestros/as cubanos/as residentes en Santiago, o que estaban de visita en el país, a dar talleres para la comparsa, tales como Mayra Arango, Bryan Montalvo, Yaima Redonet y Eshu Roblejo, además de profesores/as de otros repertorios afrolatinoamericanos que les ayudaron a comprender y valorar las diferencias entre las distintas danzas y músicas afro.

“…hay algo que siempre quisimos hacer hincapié fue en respetar las particularidades de los ritmos, porque eso es respetar la particularidad de una cultura y de un pueblo. Y eso hace la diferencia en el fondo de llegar, ocupar, mezclar a mi gusto, a mi forma, de lo importante o medular de las diferentes culturas.”

No obstante, Coni también reconoce como un sello de la agrupación la resignificación de los repertorios foráneos a partir de contenidos locales, siguiendo el modelo de la famosa Escuela Comparsa Chinchintirapié. Por ejemplo, transformaban temas de Violeta Parra, Víctor Jara o Los Prisioneros a patrones de conga, rumba o columbia, buscando acercar los repertorios afrolatinoamericanos a las propias raíces de los/as danzantes porteños/as.

“Lo que nosotros hicimos es resignificar. Porque en el fondo es una generación que no está, no nacemos vinculados a Latinoamérica. Nacemos más bien chilenos… Pero el tomar esto y ponerle tu historia yo creo que responde al resignificarte nuevamente como latinoamericano, como parte del continente. Como parte de una familia más grande que también ha pasado las mismas penurias…”

Para Coni, esa resignificación es parte de un proceso más amplio de reencuentro y búsqueda de una identidad colectiva, posterior al quiebre que significaron eventos como la dictadura o la chilenización que implicó, por ejemplo, la negación del pueblo tribal afrodescendiente, cuyas demandas Coni ha contribuido a visibilizar. Al mismo tiempo, reconoce que la danza también implicó una transformación personal, un cambio que marca un antes y un después en su vida.

“O sea, todo estaba dicho para que yo no bailara en la vida. Pero el insistir en romper con eso, no solo para mí, sino para un montón de gente que yo sabía que quería estar ahí, bailar, como acto de resistencia al mundo tan inhumano, me dio mucha fuerza…”

En otras palabras, la principal motivación de Coni es bailar de forma colectiva y posibilitar que cualquier persona pueda y se atreva a bailar. El resultado es un proceso transformador que excede el ámbito de la danza y compromete a toda la persona y su relación con el mundo que la rodea, tal como Coni lo observó, por ejemplo, en un bloque de niñas de edad escolar que le tocó guiar:

“Que esas niñas pudieran bailar en la calle, sin miedo, sin preocupaciones, en un espacio seguro, o sea… La seguridad, la autoestima, el trabajo en equipo, todo lo que ellas vivenciaron en ese momento es un aprendizaje muy difícil obtenerlo en otro espacio.”

Entrevista realizada en el Parque Cultural de Valparaíso, 17 de marzo de 2023